La pregunta puede tener varias respuestas, todas de mucho interés para las personas que tienen previsto venir a conocer este fascinante país.
¿Qué son la diversidad y la megadiversidad?
Para aclarar qué entendemos por megadiversidad, lo más práctico es precisar en primer lugar qué es la diversidad. El diccionario de la Real Academia Española define el término “Diversidad” como “Variedad, desemejanza, diferencia” y como “Abundancia, gran cantidad de varias cosas distintas”
De esta forma, cuando se habla de la diversidad de un país, puede hacerse referencia a cualquier faceta de sus recursos naturales, humanos, o de su cultura. Y la «megadiversidad» sería obviamente la diversidad en un grado muy elevado o gigantesco.
Sin embargo, el concepto de diversidad es ampliamente utilizado para referirse a los seres vivos, o a la «biodiversidad» y sin duda en este campo México es una de las primeras naciones del planeta.
México se encuentra en el top 5 mundial entre los países con mayor cantidad de especies vegetales, mamíferos, reptiles y anfibios, situándose en el puesto N° 11 en aves.
Pero al hablar de la diversidad mexicana, no se pueden pasar por alto otros campos en los que el país es variado y enorme, como por ejemplo en espacios geográficos, en los que hay largos litorales costeros en los dos océanos más grandes del planeta, islas, selvas, montañas, volcanes, nevados, desiertos, ríos, valles y llanuras.
Otras áreas en las que México cuenta con una significativa o gigantesca diversidad son climas, etnias, lenguas, particularidades culturales, manifestaciones folclóricas y gastronomía, por mencionar algunas de los más relevantes
La megabiodiversidad mexicana
México ocupa el quinto lugar mundial en plantas vasculares (las que tienen raíces, tallos y hojas), con 23.424 especies registradas, siendo solo superado por Brasil, Colombia, China e Indonesia.
Con sus 864 especies de reptiles, México es segundo en el ranking mundial, una clase de animales que tiene su mayor biodiversidad en Australia, con 880 especies.
En mamíferos, la clase “superior” de seres vivos en la que entramos los humanos, México cuenta con 564 especies, cifra que lleva al país en la medalla de bronce planetaria, categoría en la que el oro es para Indonesia y la plata para Brasil.
En anfibios, el país del sapo borracho o sapo mexicano de madriguera, tiene 376 especies, que le valen para el quinto puesto mundial. En esta clase, los 4 primeros en la lista son Brasil, Colombia, Ecuador y Perú.
Esta megadiversidad está determinada por muchos factores, incluso prehistóricos. México logró quedarse con buena parte de la fauna y de la flora de dos continentes que estuvieron separados, Norteamérica y Suramérica.
México es uno de los 3 países megadiversos con costas atlánticas y pacíficas; los otros dos son Colombia y Estados Unidos.
Buena parte del territorio mexicano se encuentra en la Zona Intertropical, cuyas condiciones son más propicias para la biodiversidad.
Por supuesto, el tamaño del país también tiene que ver y México, con sus casi dos millones de kilómetros cuadrados, ocupa el puesto N° 14 en superficie.
Una megabiodiversidad muy singular, provechosa y en peligro
En la biodiversidad mexicana hay maravillosas especies que enriquecen los ecosistemas del planeta y constituyen atractivos para el turismo gastronómico y de observación de la naturaleza.
Incluyendo tanto las plantas vasculares como las no vasculares (algas, musgos y otras), en México hay 26.495 especies descritas, incluyendo bellos helechos, arbustos, árboles, plantas florales, palmeras, hierbas, pastos y otras.
Varias poblaciones mexicanas deben parte de sus corrientes turísticas y de su economía a su identificación con alguna planta o fruto y sus derivados. El Valle de Guadalupe con la uva noble, Zacatlán con la manzana, Calvillo con la guayaba, Uruapan con el aguacate, algunos pueblos indígenas con los hongos alucinógenos y varias localidades con sus vistosas ferias florales.
Igualmente, la observación de la fauna constituye un interesante gancho turístico de varios territorios mexicanos. Por ejemplo, el avistamiento de la mariposa monarca en Michoacán, de ballenas a lo largo de la Península de Baja California y la observación de delfines, tortugas, lobos marinos y otras especies en muchos sitios.
La posesión de tanta riqueza natural entraña también una responsabilidad con el planeta. Mientras más tienes, más debes cuidar y preservar.
Entre las extraordinarias aves mexicanas que se encuentran amenazadas o en riesgo de extinción se encuentran el guajolote ocelado, el gallo de las praderas, el loro tamaulipeco, el águila arpía y el cóndor californiano.
La lista de mamíferos incluye preciosos animales como el jaguar, el tigrillo, el conejo de los volcanes, el mono araña y el ratón de Chihuahua. Listas parecidas pueden confeccionarse con anfibios, reptiles y otras clases de animales.
La megadiversidad étnica
En México hay 62 grupos étnicos y serían muchos más si las enfermedades contagiosas y los abusos a raíz de la conquista española no hubieran extinguido a varios de ellos.
Las etnias que lograron sobrevivir conservaron sus lenguas, tradiciones, costumbres, organización comunitaria, folclore, música, arte, artesanía, gastronomía, vestimenta y rituales.
Algunas de las anteriores dimensiones fueron preservadas de manera casi intacta a las de los orígenes y otras se mezclaron y enriquecieron con la cultura hispánica y otros procesos culturales posteriores.
Entre las etnias indígenas más importantes del México actual se encuentran mayas, purépechas, rarámuris o tarahumaras, mixes, huicholes, tzotziles y coras.
Algunas de estas etnias vivieron aisladas o semi aisladas, desarrollando una actividad de subsistencia principalmente recolectora; otras constituyeron tribus, construyeron aldeas y pueblos con viviendas formales y practicaron la agricultura y la cría; y las más adelantadas fueron capaces de levantar ciudades de decenas de miles de habitantes, que asombraron a los conquistadores a su llegada.
En México hay actualmente más de 15 millones de indígenas que ocupan cerca de un 20% del territorio nacional.
Los indígenas siguen luchando por alcanzar el pleno reconocimiento de sus conciudadanos no indígenas, después de siglos de persecuciones por parte de los conquistadores y de guerras y desencuentros con sus paisanos mexicanos.
Una de las medidas en la buena dirección ha sido la de integrar a las comunidades indígenas en el aprovechamiento turístico sustentable de los espacios que ocupan.
México es el segundo país del planeta en integrar a sus etnias fundacionales en el resguardo y manejo de los ecosistemas nacionales.
La megadiversidad lingüística
De la megadiversidad étnica se deriva la megadiversidad lingüística mexicana. Actualmente se hablan en México más de 60 lenguas distintas al español, sin considerar las más de 360 variantes de las hablas troncales.
México se encuentra entre los 10 Estados con mayor diversidad idiomática en el mundo, junto a otras naciones caracterizadas por su riqueza étnica secular, como Brasil, India, Indonesia, Australia, Nigeria y otros 4 países africanos.
A partir de la promulgación en 2003 de la de Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, tanto las hablas indígenas como el español fueron declarados “lenguas nacionales”, contando con la misma validez en todo el territorio mexicano.
Curiosamente, el objetivo de la conquista de castellanizar a los pueblos indígenas por las buenas o por las malas, tuvo un lado positivo.
Muchos misioneros y eruditos españoles se forzaron a aprender las lenguas autóctonas para entenderse mejor con los indios. De ese proceso de aprendizaje surgieron diccionarios, gramáticas y otros textos que ayudaron a preservar las hablas indias.
Fue así que lenguas indígenas mexicanas como el náhuatl, el maya, el mixteco, el otomí y el purépecha, se utilizaron por primera vez en la palabra impresa con caracteres latinos.
A nivel nacional, son reconocidas extraoficialmente en México dos lenguas: el español y el náhuatl. El náhuatl es hablado por 1,73 millones de personas, el maya yucateco por más de 850 mil, el mixteco y el tzeltal por más de 500 mil, y el zapoteco y el tzotzil por casi 500 mil.
La megadiversidad geográfica
México tiene 9330 km de costas continentales sobre los océanos Atlántico y Pacífico, incluyendo en este un golfo que es casi un mar interior, el Golfo de California o Mar de Cortés. En extensión de su litoral, México solo es superado en América por Canadá.
A sus 1,96 millones de kilómetros cuadrados de superficie continental, México suma más de 7 mil de territorio insular. De las 32 entidades federales mexicanas, 16 tienen islas marítimas.
La república mexicana cuenta con más de 2.100 islas e islotes, siendo la más grande, Isla Tiburón, en el Golfo de California, con 1.200 kilómetros cuadrados. Las más pobladas y las que reciben más turistas son Cozumel e Isla Mujeres, en el Caribe mexicano.
Se estima que México llegó a tener más de 250 mil kilómetros cuadrados de selvas, que se han reducido a algo más de 40 mil por la irracional explotación forestal, agropecuaria y minera.
Aun así, queda mucha jungla en México, como la Selva Lacandona en el sureño estado de Chiapas, de casi un millón de hectáreas, que acoge buena parte de la biodiversidad y recursos hídricos del país.
En la dimensión vertical, México también es alto y diverso, con tres volcanes o nevados que superan los 5.000 msnm, encabezados por el Pico de Orizaba, y otros 6 con sus cumbres a más de 4.000 msnm, más una multitud de montañas menores.
Los desiertos mexicanos son otros ecosistemas inmensos, deslumbrantes y variados. Los eriales del país están encabezados por el Desierto de Chihuahua, que comparte con Estados Unidos. Solo en el yermo chihuahuense hay 350 tipos de cactus. Otro imponente desierto mexicano es el de Sonora.
A lo anterior hay que sumar los aportes a la diversidad de los lagos, islas lacustres, ríos, sabanas y otros espacios naturales, para completar la megadiversidad geográfica mexicana.
La megadiversidad climática
A una misma hora de un día cualquiera, puede haber mexicanos asándose de calor en un desierto del norte, disfrutando de un clima primaveral en una ciudad del Altiplano central o tiritando de frío en Monte Real o en las zonas altas de un nevado.
Ese mismo día, un turista mexicano o extranjero puede estar sudando a mares divirtiéndose en un todoterreno en un circuito desértico de Baja California, mientras otro está esquiando bien abrigado en Coahuila y un tercero se encuentra en bañador en una de las cálidas y paradisíacas playas de la Riviera Maya o de la Riviera Nayarit.
El relieve y los océanos influyen determinantemente en la conformación del clima mexicano, habiendo zonas cercanas, pero de diferente altitud, con climas muy distintos.
En el norte del país, donde se localizan los grandes desiertos, el clima es muy seco, con calor en el día y fresco en la noche.
La mayor parte de la zona centro y centronorte es de clima seco, con temperaturas promedio anuales entre 22 y 26 °C.
En las planicies costeras del Golfo de México y del Pacífico, la península de Yucatán, el istmo de Tehuantepec y Chiapas, el ambiente es húmedo y subhúmedo.
La megadiversidad cultural
La cultura tiene innumerables ámbitos; desde la agricultura hasta la pintura, pasando por la danza y la cocina; desde la cría hasta la industria, pasando por la música y la arqueología.
México también es muy diverso o megadiverso es las anteriores dimensiones culturales y resultaría interminable referiste a todas. Tomemos como ejemplo dos, la danza y la gastronomía, tanto por lo gratas que son, como por su interés para el turismo.
Varias danzas mexicanas y diversas manifestaciones folclóricas provienen de la época prehispánica, y otras se originaron o engrandecieron a través de la mezcla cultural con los europeos y culturas posteriores.
El Rito de los Voladores de Papantla, el espectáculo de danza típica que más atrae a los turistas que visitan México, ha cambiado poco desde la época precolombina.
El jarabe tapatío, el baile folclórico mexicano más conocido internacionalmente, data de los tiempos de la Revolución Mexicana en su versión moderna, pero tiene antecedentes en la época colonial.
En Chiapas, Los Parachicos, una manifestación del periodo virreinal con reminiscencias precolombinas, constituyen la principal atracción de La Fiesta Grande de Chiapa de Corzo.
El Son Huasteco y su Zapateado, emblema de la Región Huasteca, es más reciente, ya que surgió en el siglo XIX con influencias indígenas, españolas y africanas.
Todas estas danzas están indisociablemente ligadas a ritmos ejecutados con gran variedad de instrumentos musicales prehispánicos y con los traídos por los españoles y otras culturas posteriores.
México está a la cabeza de los pueblos de América en la vistosidad y diversidad de sus expresiones folclóricas.
La megadiversidad gastronómica
¿A quién no le gusta una barbacoa de carnero al estilo mexicano? El método de cocción de la carne, introduciéndola en un horno-hoyo revestido con pencas de maguey y calentado con piedras volcánicas al rojo vivo, remite a los tiempos de los emperadores aztecas de antes de la colonia. Los nativos hacían la barbacoa con venados y aves; el carnero lo trajeron los españoles.
En Yucatán, los mayas fueron pioneros en la creación de salsas, particularmente con el chile habanero, que se da muy bien en la región. Estas salsas iban con distintas carnes de cacería, como venado, jabalí, faisán y ardilla, así como con pescados y mariscos. La famosa cochinita pibil tuvo que esperar a que los españoles introdujeran el cerdo ibérico.
El mole poblano, otro emblema gastronómico mexicano, fue un invento azteca que no tuvo que esperar por carne importada, ya que desde los comienzos la compleja salsa se combinó con el guajolote o pavo doméstico.
El popular taco puede llevar muchos rellenos, antiguos o modernos, pero el componente infaltable es la prehispánica tortilla de maíz.
En las duras tierras del norte, los rarámuris aprendieron a comer todo lo que conseguían de manera silvestre, como hongos, raíces, gusanos y hasta ratas de campo.
Más recientes y urbanos son la universal Ensalada César, creada en Tijuana en los años 1920 y el simbólico Coctel Margarita, otro invento bajacaliforniano de la década de 1940.
Sin dudas, el megadiverso arte culinario mexicano puede dejar totalmente encantados tanto a los paladares clásicos como a los que buscan novedosas vivencias gastronómicas.
¡Es difícil imaginar un país más megadiverso que México!