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TOP 9 Pueblos Mágicos De Puebla Que Tienes Que Vistar

 

En los Pueblos Mágicos de Puebla no extrañarás nada para que tus vacaciones o viajes de fin de semana cumplan con todos tus expectativas de descanso, esparcimiento y diversión.

1. Cuetzalan

Para “caminar entre las nubes” solo hay que ir a la localidad poblana de Cuetzalan. La niebla desciende de la Sierra Norte de Puebla y cubre a la gente y a las casas de amplios aleros con su manto acogedor.

Cuetzalan debió ser uno de los lugares más importantes de Puebla durante la época prehispánica, ya que su nombre original fue “Quetzalan” que quiere decir “lugar de abundancia de quetzales”, el ave fundamental de las culturas precolombinas mesoamericanas.

Ahora Cuetzalan es un Pueblo Mágico de hospitalarias calles con casas pintorescas y unas tradiciones indígenas que se manifiestan intensamente en la vida cotidiana.

Uno de estas ceremonias habituales es el tianguis dominical, que es uno de los que más auténticamente expresa su sentido precolombino en todo México.

En Cuetzalan, este mercado prehispánico es un ceremonial desde la misma forma de vestir, con los hombres de blanco y las mujeres llevando los colores asignados a sus comunidades desde tiempos atávicos.

Los vendedores del tianguis ofrecen sus confecciones artesanales, como huaraches y bordados; productos vegetales, como café y flores;  y comidas y bebidas típicas, mientras en el palo se aprestan los voladores para su danza ancestral.

Uno de los protagonistas fundamentales del tianguis es la yolixpa, una bebida prehispánica de Puebla preparada con más de 20 hierbas locales, que es a la vez fortificante, depurativa, curativa y embriagante.

La belleza arquitectónica del pueblo es testimoniada por el templo de San Francisco de Asís, el Palacio Municipal, el santuario de Guadalupe y la Capilla de la Purísima Concepción, entre otras edificaciones.

El Museo Etnográfico Calmahuistic, que dispone de 7 salas en la Casa de Cultura de Cuetzalan, ofrece un recorrido por la historia del pueblo desde su pasado más remoto, a través de una muestra de fósiles, piezas de uso cotidiano y documentos.

El manjar preferido por los cuetzaltecos son los tayoyos, que las cocineras locales preparan con masa de alverjones cocidos ¡Seguramente comerás unos cuantos!

2. Chignahuapan

Chignahuapan es el pueblo de las “bolitas”, las coloridas y livianas esferas para adornar el árbol de navidad, tanto si es natural como si es de plástico.

Aparte de bolitas por doquier, Chignahuapan cuenta con un precioso kiosco y otras edificaciones de gran belleza, y también con cascadas y aguas termales, y con tradiciones como la del Día de Muertos, que te proporcionarán todo lo necesario para una entretenida estadía.

Durante el último trimestre del año, en medio del sabroso fresco otoñal e invernal, en Chignahuapan hay esferas por todas partes, salidas de más de dos centenares de fábricas que se dedican a elaborar estas pelotitas que no pueden faltar en el árbol de navidad. Es la oportunidad para que compres las tuyas a precios muy favorables.

La Plaza de Armas de Chignahuapan está presidida por un bello kiosco de madera, de estilo mudéjar, que es uno de los símbolos de la localidad. No está permitido subir al kiosco para preservarlo, pero puedes fotografiarlo cuantas veces desees.

Otras construcciones de interés por su belleza son la Basílica de la Inmaculada Concepción, el templo de Santiago Apóstol y la iglesia del Señor de la Salud.

El Día de Muertos es celebrado de una manera muy particular en el pueblo. La gente se reúne frente al templo de Santiago Apóstol y después del ocaso parte en romería hacia la Laguna de Almoloya, iluminando el ambiente con antorchas.

La laguna es escenario de una ceremonia prehispánica de luz y color, realizada en la plataforma de una pirámide que flota sobre el agua, con los participantes vistiendo trajes tradicionales.

A 5 km del pueblo está Aguas Termales de Chignahuapan, donde puedes hospedarte para pasarla a todo dar en las aguas sulfurosas a 50 grados de temperatura.

La cascada de Quetzalapan tiene una caída de agua de 200 metros, y es el lugar al que van los aficionados al rapel, la escalada y las tirolesas.

3. Pahuatlán

Aparte de disfrutar de un excelente café, en esta localidad de la Sierra Norte de Puebla podrás palpar de manera directa sus genuinas tradiciones indígenas y la belleza de su arquitectura.

Una de esas herencias culturales prehispánicas es la elaboración del papel Amate, hecho con la pulpa del jenote, un árbol endémico de México.

La comunidad otomí de San Pablito sigue fabricando el papel de Amate de la misma forma como lo hacían sus remotos antepasados para elaborar códices y lienzos para pinturas.

Pahuatlán integró el señorío totonaca que tuvo como principal ciudad a El Tajín, en la que nació la Danza de los Voladores. Por ello, puede decirse que esta famosa danza tiene genes pahuatlenses, los cuales están presentes en ritos y en exhibiciones para el turismo.

“Hay miradas que matan” reza una frase popular y los indígenas de Pahuatlán dicen tener la cura contra el “mal de ojo” y otras contrariedades. Solo tienes que preguntar dónde están los “consultorios” de los facultos de más renombre.

Otra atracción del pueblo es el Puente Colgante Miguel Hidalgo y Costilla, instalado para comunicar Pahuatlán con el Valle de Xolotla y recientemente reconstruido.

Si te gustan las flores, debes ascender hasta la comunidad de Ahila, donde se dan las más bellas del estado. En la altura de Ahila también puedes tomar espectaculares fotos desde su mirador, volar en parapente y hacer ciclismo de montaña.

El café de Pahuatlán es aromático y delicioso, y no te extrañe que sin ser un fanático de la bebida, conviertas el día en una interminable sucesión de tacitas.

Si quieres conocer sobre el proceso de cultivo, procesamiento y correcta preparación y degustación del café, debes ir a la cafetalera Don Conche Téllez, la casa de más tradición en la localidad.

4. San Pedro Cholula

Cholula logró su designación como Pueblo Mágico mexicano en virtud de su espléndido ambiente colonial, su multitud de templos y su patrimonio arqueológico.

El centro neurálgico del pueblo es la Plaza de la Concordia, un espacio que ha sido mínimamente intervenido desde su construcción en el siglo XVI, por lo que conserva vívidamente su esencia colonial.

Cuando vayas a San Pedro Cholula debes estar atento a la programación cultural, dado que la amplia Plaza de la Concordia es escenario frecuente de presentaciones musicales, ferias literarias y otros eventos.

El principal monumento arqueológico de la localidad es la Gran Pirámide de Cholula o Tlachihualtépetl, cuyo basamento tiene lados de 400 metros de longitud, siendo el más grande del mundo.

Entre los principales espacios del conjunto prehispánico están el Patio de los Altares, el Altar Ceremonial y el Mural de los Bebedores. Esta pintura muestra a 110 hombres embriagándose con una bebida que se supone era pulque.

En una cima cercana al área de la pirámide está el Santuario de la Virgen de los Remedios, templo con una portada y dos torres de gran belleza, que los españoles construyeron en el lugar como forma de mostrar la superioridad de sus creencias por encima de las de los aborígenes.

En el centro de la población se encuentra el ex convento de San Gabriel, que data de mediados del siglo XVI, siendo uno de los más grandes y antiguos levantados por la orden franciscana en México.

En este recinto religioso se distinguen las bóvedas de nervadura gótica, un retablo de finales del siglo XIX  y varias pinturas con escenas religiosas.

La deliciosa gastronomía poblana, encabezada por sus moles, se manifiesta con maestría en San Pedro Cholula. Algunas exquisiteces locales son la sopa Choluteca y las “orejas de elefante”, unas enormes tortillas con frijoles, queso y una sabrosa salsa.

5. Tlatlauquitepec

La pequeña ciudad de Tlatlauquitepec, apaciblemente acurrucada en la Sierra Norte de Puebla, es un prodigio de encantos coloniales en medio de un delicioso clima.

Uno de esas atracciones es el ex convento de Santa María de la Asunción, una de las joyas más antiguas y mejor conservadas del cristianismo en el continente americano.

Fue erigido por los franciscanos en 1531 y allí prepararon sus valijas los primeros evangelizadores que partieron a inculcar la fe cristiana entre la indiada mexicana. En su recinto se distinguen los 32 arcos labrados en cantera rosa y una fuente de estilo español situada en el centro del patio.

A un costado de la Plaza de Armas se encuentra también el Palacio Municipal, un edificio de estilo colonial español, con dos plantas, catorce arcos de medio punto y un patio central.

La Plaza de Armas de Tlatlauquitepec fue concebida con pleno espíritu hispano y está rodeada de portales que le dan un genuino ambiente virreinal. Desde allí hay una magnífica vista del Cerro El Cabezón, centinela natural del pueblo.

Esta elevación, también llamada Cerro de Tlatlauquitepec, tiene varias cuevas que contienen curiosas formaciones rocosas y son yacimientos de objetos prehistóricos. En el cerro hay sitios para acampar, desplazarse en tirolesa y hacer escalada, rapel, senderismo y ciclismo montañero.

Ni siquiera el milagroso Señor de Huaxtla pudo impedir que en 1943, unos ladrones quemaran el techo de madera de su iglesia para robar las limosnas recabadas durante las fiestas del mes de enero.

A raíz del agravio, en Tlatlauquitepec se construyó un nuevo y bonito santuario para el Señor de Huaxtla, a prueba de atracadores, en el que es venerada con gran fervor la imagen de Jesús Crucificado.

La Cascada de Puxtla, situada en el km 7 de la carretera Mazatepec – Tlatlauquitepec, tiene una bonita caída de 80 metros entre exuberante vegetación. En el área de puede hacer camping, excursiones y rapel.

6. Xicotepec

Xicotepec de Juárez es un paraíso para las personas que gustan de los climas neblinosos y lluviosos, y los turistas que visitan el pueblo desde Baja California y otros lugares áridos de México desearían tener el ambiente xicotepense al menos un día a la semana.

El Jardín Central de Xicotepec es un espacio de gran belleza y elegancia, con plantas de flores y árboles podados, además de un magnífico kiosco que es el punto de encuentro para escuchar la música de las bandas locales que van a tocar para animar a lugareños y turistas.

En los alrededores del Jardín Central se encuentran los puntos de venta que sirven las populares y deliciosas hamburguesas al carbón, en compañía, por supuesto, de un aromático café preparado con los granos cosechados en las faldas serranas.

Durante tres días de mayo de 1920, Xicotepec fue tenida como la capital simbólica de México, mientras el cuerpo del presidente Venustiano Carranza era sometido a autopsia después del magnicidio perpetrado en Tlaxcalantongo.

La casa de Xicotepec en la que se realizó el examen forense del presidente recibe el nombre de Casa Carranza y en ella funciona un museo con objetos y documentos alusivos al personaje.

La parroquia de San Juan Bautista sobresale en el paisaje arquitectónico de Xicotepec de Juárez, con sus dos esbeltas torres que tiene cierto parecido con las de la catedral de Nuestra Señora de París.

Desde la cumbre del Cerro del Tabacal, la imagen gigante de la Virgen de Guadalupe hace de custodia artística y espiritual del Pueblo Mágico.

En el centro de Xicotepec hay un punto sagrado de los mexicas llamado La Xochipila, que fue un lugar de ceremonias en honor de Xochipilli, una deidad de grandes poderes, ya que tenía que ver con el sol, el agua, la vegetación e incluso la juventud y la música.

Los brujos, chamanes y otros facultos de las etnias indígenas de Xicotepec y de la región, suelen reunirse en La Xochipila para entrar en comunión con los poderes superiores y mantener entonadas sus aptitudes.

Una de las cosas más agradables que puedes hacer en Xicotepec es visitar una finca de café, como por ejemplo Cafessisimo, donde te convierten en un experto en la bebida desde la planta hasta la taza.

7. Zacatlán

Tan pronto los misioneros franciscanos llegaron a Zacatlán en el siglo XVI, se dieron cuenta de que la zona tenía excelentes tierras y ambiente climático favorable para el cultivo de la manzana.

En el siglo XVIII, ya el pueblo era llamado Zacatlán de las Manzanas y el fruto, particularmente la manzana rayada, sigue siendo un puntal de la economía local.

El municipio de Zacatlán es el único de México en que se produce a gran escala la manzana rayada y desde 1941 se realiza en la localidad la Gran Feria de la Manzana durante una semana de agosto, en coincidencia con las fiestas de la Virgen de la Asunción.

Si la manzana es el símbolo frutal de Zacatlán, el monumental es el espléndido Reloj Floral que adorna y anima al pueblo desde 1986.

El reloj de 5 metros de diámetro fue una donación de la empresa local Relojes Olvera y sus largas agujas rotan sobre  plantas y flores. Es eléctrico y cada 15 minutos deja escuchar las piezas más emblemáticas de la música mexicana.

En 1909, mientras ya se escuchaban los latidos de la Revolución Mexicana a punto de estallar, un habilidoso mecánico de relojes de Zacatlán de las Manzanas, de nombre Alberto Olvera Hernández, se afanaba en construir una enorme pieza con la que asombró a todo el pueblo.

Fue el primero de una larga sucesión de relojes fabricados por la casa Olvera, actualmente en manos de la tercera generación de la familia.

En la Fábrica de Relojes III Generación podrás observar el proceso para hacer estos ingeniosos dispositivos mecánicos, así como admirar algunos relojes de época y apreciar el herramental y la maquinaria utilizados a lo largo del tiempo en su fabricación.

Otra creación de la casa Olvera es el primer reloj de piso del mundo que marca las fases lunares en tiempo real. Fue inaugurado en agosto de 2013 en la sala de exposiciones que la firma tiene en el centro histórico de Zacatlán y fue el máximo acontecimiento de la Gran Feria de la Manzana de ese año.

Para disfrutar de actividades ecológicas en Zacatlán cuentas con las Cascadas de Tulimán y San Pedro, el Valle de Piedras Encimadas y la Barranca de los Jilgueros.

8. Atlixco

Atlixco es un Pueblo Mágico poblano para los apasionados de la arquitectura colonial y para los amantes de los festivales de raíz prehispánica.

El gran festival local es el Huey Atlixcáyotl o Fiesta Grande de Atlixco, que se celebra durante una semana de septiembre. En el evento se juntan las 11 regiones culturales de Puebla, con sus danzas y música, y el delirio festivo tiene su punto culminante en la explanada del Cerro de San Miguel, tras partir del pueblo en entusiasta romería.

Pocas semanas antes de la Fiesta Grande se realiza la Fiesta Chica o Atlixcayotontli, más o menos con similar formato y con la participación de las regiones etnográficas poblanas de El Valle, La Tierra Caliente y Los Volcanes.

La lista de edificaciones de Atlixco con interés artístico y/o histórico es necesariamente larga y debe incluir el Hospital Municipal de San Juan de Dios y su Pinacoteca, el Ex Convento e Iglesia de La Merced, la Iglesia de la Soledad, el  Ex Convento e Iglesia de San Agustín, el Palacio Municipal, el Ex Convento e Iglesia del Carmen, el Convento de San Francisco, la Iglesia de Santa María de La Natividad y la Casa de la Ciencia.

El centro hospitalario se encuentra en una hermosa casona colonial del siglo XVI, es uno de los más antiguos de América y su pinacoteca está dedicada principalmente a la vida de San Juan de Dios.

El templo conventual de La Merced se distingue por los detalles barrocos de su fachada, particularmente en las cuatro columnas salomónicas y en la puerta trilobulada decorada con ángeles y motivos vegetales.

Si visitas Atlixco entre finales de noviembre y principios de enero, coincidirás con el espectáculo de la Villa Iluminada. Durante ese periodo, un circuito callejero del pueblo es profusa y hermosamente iluminado con figuras y motivos navideños, en una maravillosa ruta de luz, color y diversión.

Otra apoteósica celebración atlixquense es la del día de Reyes, la cual culmina en el zócalo con un vibrante espectáculo de juegos pirotécnicos.

El 24 de diciembre se realiza la Feria de Nochebuena, un frenesí floral en el que se llegan a vender hasta 40 mil plantas de flores de todas las bellas especies que se cultivan en el pueblo.

9. Huauchinango

La vida de la localidad poblana de Huachinango gira en torno al Señor del Santo Entierro, patrono del pueblo; y de las flores, cuya feria anual se celebra en honor del venerado Cristo yacente.

El clima suave y templado, sin variaciones extremas, del que disfruta Huachinango en la Sierra Norte de Puebla, proporciona las condiciones ideales para la producción floral.

La Feria de las Flores comienza el primer domingo de la Cuaresma y se extiende por 10 días. Aparte de exposición y venta de plantas, ramos y arreglos, hay una nutrida programación de eventos, que incluye danzas, voladores, charrería, peleas de gallos y muestra gastronómica y artesanal.

Para la ocasión, los habitantes de Huachinango confeccionan unos bellos tapetes florales en honor del  Señor del Santo Entierro. Buena parte de las azaleas, gardenias, hortensias, violetas y otras especies florales, provienen de la comunidad de Tenango, que es uno de los grandes centros productores de flores en el estado.

Como ocurre con muchas imágenes religiosas veneradas en México, la llegada del señor del Santo Entierro a Huachinango está revestida de una leyenda.

Cuenta la historia que al pueblo llegó un campesino que llevaba una gran caja cerrada sobre un burro. A la mañana siguiente, hombre y animal habían desaparecido, dejando la caja abandonada. Tras esperar varios días, los vecinos decidieron abrir la caja, encontrando la figura de un Cristo yacente.

El principal centro de reunión en el pueblo es el Jardín Reforma, que hace las veces de plaza central y tiene arboledas, esculturas, fuente y kiosco y además está rodeado de típicos portales.

Otra parada obligada en Huachinango es la Parroquia de la Asunción, templo de estilo modernista con una cúpula de 27,16 metros de diámetro, que es la tercera más grande de Latinoamérica.

En el interior del templo de la Asunción sobresalen la imagen de la virgen y un mural alusivo a la flora y la fauna de la región poblana en la que se encuentra Huachinango.

Si no tienes pruritos en visitar un cementerio cuando andas en un viaje de placer, te recomendamos ir al panteón de Huachinango a admirar el mausoleo del General Rafael Cravioto.

Cravioto tuvo una heroica actuación en 1862, durante la Batalla de Puebla, falleciendo en Huachinango en 1903. Su mausoleo es una espléndida obra de arte concebida en mármol de Carrara por el italiano Adolfo Ponzanelli, el mismo que construyó el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.

Huachinango quizá no sea el mejor lugar para comer un huachinango, pero sí un pollo enchiltepinado, una delicia local preparada con abundante chile chiltepín, que no debes dejar de probar.

Te agradecemos que nos hayas acompañado en este encantador paseo por los Pueblos Mágicos de Puebla, esperando que podamos vernos muy pronto para otro maravilloso recorrido.

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