Son 14 cumbres que debajo de su belleza superficial, guardan fuego, lava hirviente y vapores que emiten ocasionalmente para recordar que no han muerto.
1. Popocatépetl
El Popo es la segunda montaña más alta de México y el volcán activo más elevado del país. La inmensa boca tiene un diámetro de 850 metros y estuvo sin vomitar entre 1921 y 1994, cuando empezó a lanzar polvo y ceniza, alarmando a las poblaciones cercanas. Su actividad intermitente se prolongó hasta 1996. Sobre la ladera norte de la montaña hay un segundo cráter, llamado Ventorrillo, que todavía se discute si es otra boca del Popocatépetl o un volcán distinto. De cualquier forma, dos bocas comen y vomitan más que una; por fortuna, se mantienen tranquilas desde los años 1990.
2. Volcán Ceboruco
Este volcán nayarita se eleva 2.280 msnm, a unos 30 Km. de Ixtlán del Río. Su última erupción se produjo en 1872, dejando un reguero de rocas volcánicas en un sector de su cono. Alrededor del volcán hay plantaciones de tabaco, maíz y otros vegetales que le proporcionan un bonito tapete verde al monstruo callado. El Gigante Negro de los indígenas está formado por dos cráteres superpuestos. Ocasionalmente emite alguna fumarola, anunciando posibilidades de futuras erupciones. La gente lo frecuenta para practicar los deportes y entretenimientos de montaña, como excursiones, ciclismo y campismo.
3. Volcán Fuego de Colima
Es la bestia colosal más inquieta de todo México, ya que en los últimos 500 años ha registrado más de 40 erupciones, las últimas muy recientemente. Se levanta 3.960 msnm en la frontera entre los estados mexicanos de Colima y Jalisco. Por el lado del levante tiene dos viejos «hijos» que fueron engendrados durante erupciones muy antiguas. En 1994 causó gran desasosiego cuando explotó el tapón de la chimenea, generando un pavoroso ruido. Siempre está avisando que se encuentra vivo, por lo menos lanzando enormes bocanadas de gases. Los vulcanólogos están muy pendientes de él y los curiosos no desperdician oportunidad de echar un vistazo lo más cerca que puedan.
4. Volcán Cerró Pelón
Se entiende que este desértico volcán situado cerca de Guadalajara lleve el nombre de Cerro Pelón; lo que no queda muy claro es por qué se le llama también Cerro Chino. De cualquier modo, este volcán es uno de los varios que hay en la jalisciense Sierra de Primavera y de vez en cuando avisa sobre su vitalidad emitiendo fumarolas. Dentro de su caldera de 78 Km. de diámetro tiene varias bocas. En su historia conocida no hay erupciones registradas. Se cree que la última se produjo hace 20.000 años, cuando despertó para parir al cercano volcán Colli.
5. Volcán Cerro Prieto
Este volcán está presente en la vida diaria de los mexicalenses y otros bajacalifornianos ayudando a proveerlos de electricidad, ya que de sus profundidades sale el vapor que mueve las turbinas de la central de energía geotérmica Cerro Prieto, una de las más grandes del mundo. Cerca del volcán y de la central se encuentra la laguna Vulcano y el nombre del dios romano del fuego y de los volcanes no puede ser más apropiado para el lugar, con sus fumarolas y charcas hirvientes. La cúspide del volcán Cerro Prieto está a 1.700 msnm y para verlo de cerca debes acceder a la carretera que une las ciudades de Mexicali y San Felipe.
6. Volcán Evermann
Las islas que forman el Archipiélago de Revillagigedo brotaron a fuerza de erupciones volcánicas. Una de ellas es Isla Socorro, de 132 kilómetros cuadrados, un territorio bajo el control de la Marina mexicana. El punto culminante de la colimense Isla Socorro es el volcán Evermann, que tiene una prominencia de 1.130 metros, aunque viene del mar profundo, ya que sus bases están a 4.000 metros por debajo de la superficie oceánica. Su estructura principal cuenta con 3 cráteres por los que salen fumarolas. Si eres apasionado de los volcanes y vas a Colima a ver el Evermann, puedes aprovechar también para disfrutar de los atractivos del Archipiélago de Revillagigedo, como la observación de la vida marina y la pesca deportiva.
7. Volcán San Andrés
Este volcán michoacano hizo erupción en 1858 y se mantuvo tranquilo por casi 150 años, volviendo a dar señales de vida en 2005. Se erige 3.690 msnm en la Sierra de Ucareo, siendo la segunde cumbre más alta de Michoacán, después de los 4.100 msnm del Pico de Tancítaro, otro volcán del estado. Emite chorros de vapor que son aprovechados para la generación de energía geotérmica. Además, es una atracción turística ya que en la ruta se encuentran algunas estaciones de aguas termales, como Laguna Larga y El Currutaco. Muchos turistas que van a la laguna a las albercas calientes y a descansar en las cabañas o a acampar, se acercan a admirar a la fiera algo intranquila.
8. Volcán El Jorullo
Así como el Paricutín llenó de estupor a los habitantes de Paricutín y de San Juan Parangaricutiro cuando pareció salir de la nada en 1943, El Jorullo debe haber producido una impresión similar en los habitantes de los alrededores cuando emergió del suelo el 29 de septiembre de 1759. No es muy sorprendente, ya que ambos volcanes michoacanos se encuentran a solo 80 Km. de distancia. Los días previos al nacimiento de El Jorullo fueron muy activos, según las crónicas del siglo XVIII. Hubo una alta actividad sísmica y una vez que el volcán entró en erupción, se mantuvo en actividad hasta 1774. En el primer mes y medio creció 250 metros desde la superficie cultivada que destruyó, igual que su hermano el Paricutín 183 años después. Ha estado tranquilo los últimos 49 años. En 1967 lanzó fumarolas, después que en 1958 había tenido una moderada erupción.
9. Volcán Villalobos
Es uno de los volcanes activos menos supervisados de México, amparado en su remota ubicación. La isla mexicana de San Benedicto, en el deshabitado y lejano Archipiélago de Revillagigedo, Colima, es un territorio poco conocido, como casi todo el sistema insular. La isla de San Benedicto, de 10 Km2 de superficie, en un volcán, con la forma típica de los cráteres volcánicos. De lo poco que se sabe de esta isla–volcán es que estuvo en erupción entre 1952 y 1953, extinguiendo casi toda la flora y la fauna del lugar. Está apagado desde entonces y los pocos que lo han visto son los vulcanólogos y los buceadores que van a la isla más pendientes de avistar una manta raya gigante o un tiburón sedoso.
10. Volcán Chichonal
En 1982, este volcán estuvo a punto de ocasionar una ola de pánico en Chichonal, Chapultenango y otras poblaciones chiapanecas de los alrededores. Todo comenzó el 19 de marzo, cuando el gigante dormido despertó y empezó a lanzar piedras, ceniza y arenilla. El 28 de marzo hubo un temblor de 3,5 grados, seguido de más erupciones. El agua de los ríos empezó a calentarse y a oler a azufre. El 3 de abril la tierra parecía una gelatina bamboleante, con hasta un temblor cada minuto. Cuando se detuvieron los mini sismos, el volcán estalló. Las cenizas empezaron a llegar a las ciudades de Chiapas y de los estados vecinos. Los pueblos se oscurecieron y se aceleró el desalojo. El obispo Samuel Ruiz radió un mensaje para tranquilizar al público, que ya pensaba en el fin del mundo. Poco a poco el monstruo se empezó a tranquilizar. Actualmente emite fumarolas y los chiapanecos llevan a los turistas a ver al causante de su pánico y su bonita laguna.
11. Volcán Derrumbado Rojo
Cerca de la localidad poblana de Zacatepec hay 3 volcanes «derrumbados» El más chico es el Derrumbado Blanco, le sigue en tamaño el Derrumbado Azul y el mayor de los 3 hermanos es el Derrumbado Rojo, ya llegando al pueblo de Guadalupe Victoria. De los 3, el que muestra actividad es el rojo, lanzando fumarolas que los lugareños llaman los «humeros»
12. Volcán San Martín
Este volcán veracruzano se eleva 1.700 msnm frente al Golfo de México, constituyendo su cumbre un mirador excepcional del Atlántico mexicano. Su erupción más antigua registrada ocurrió en 1664. Sin embargó, la primera vez que asustó de verdad a los españoles y mexicanos que habitaban los pueblos virreinales fue el 22 de mayo de 1793, cuando oscureció tanto a media mañana, que tuvieron que encenderse antorchas y otros medios de iluminación. Volvió a manifestarse en 1895, 1922 y 1967, esta última vez, emitiendo fumarolas.
13. Volcán Tacaná
Este impresionante volcán que hace frontera entre México y Guatemala se levanta 4.067 msnm y en su edificio hay 3 calderas superpuestas, entre los 3.448 y los 3.872 msnm. La vista más espectacular del Tacaná se tiene desde la ciudad chiapaneca de Tapachula. En 1951 entró en actividad y en 1986 volvió a avisar. Hasta hace poco tiempo, por sus faldas bajaban corrientes sulfurosas.
14. Paricutín
Forma parte de la mitología y de la leyenda mexicana, desde que en 1943 obligó a modificar apresuradamente los libros de texto de Geografía para recordar la prodigiosa verdad, ya olvidada, de que un volcán puede brotar y elevarse desde un suelo normal, solo poco antes cubierto de maizales. Sepultó a las poblaciones de Paricutín y San Juan Parangaricutiro, dejando en esta última solo el testimonio de la torre de la iglesia por encima de las cenizas. Desde Nuevo San Juan Parangaricutiro, «el pueblo que se negó a morir», llevan a los visitantes a ver la montaña que los aterró y que ahora les proporciona ayuda económica a través del turismo.
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