Japón es un país que reúne sitios como Tokio, Osaka, Nara, Kioto y otras ciudades y lugares de indescriptible belleza. Pero en este artículo no nos enfocaremos en las mundialmente conocidas atracciones turísticas del archipiélago nipón.
Conozcamos una selección de los lugares raros de Japón que pocas veces figuran en los itinerarios de los turistas, pero que valen la pena visitar.
1. Isla Aogashima
Isla administrativamente adscrita a Tokio perdida en un remoto paraje del mar de Filipinas, a 358 km al sur de la capital japonesa, con apenas 200 habitantes. Sus 8.75 km2 de superficie están en territorio del Parque Nacional Fuji-Hakone-Izu.
Toda la isla es un cráter volcánico que tiene en su interior un volcán menor. Un espacio virgen no afectado por el turismo de masas, por lo que es un lugar ideal para días de camping con saunas naturales por la actividad subterránea.
Aunque el volcán tuvo su última temporada eruptiva entre 1781 y 1785, sigue calificado como activo.
Podrás conocer Aogashima en helicóptero y el ascenso del cráter interior es uno de los deportes favoritos del lugar.
2. Cúpula del rompeolas del puerto de Wakkanai
Wakkanai es una ciudad en el extremo norte de Hokkaido, la segunda isla más grande de Japón. Es la más septentrional del archipiélago nipón y desde el cabo Soya, lugar donde se encuentra, es visible la isla rusa de Sajalín.
El puerto de Wakkanai es un lugar histórico al haber sido una base de submarinos de la Armada Imperial japonesa durante la Segunda Guerra Mundial.
El rompeolas portuario tiene una curiosa estructura semi-cupular sostenida por columnas. Fue construido en 1936 como una estación de la antigua ruta marítima de Sajalín, como protección contra los fuertes vientos y el intenso oleaje.
El arco tiene una longitud de 427 metros, una altura de 13.6 metros y está sostenido por 70 columnas de estilo romano.
La cúpula del rompeolas es un punto de reunión frecuentado durante el verano donde se celebran eventos de karaoke y se monta un mercado.
3. Cataratas de Fukiware
La gradual erosión del manto rocoso por más de 10 milenios permitió la formación de estas espectaculares caídas de agua, ubicadas a 2 horas y media de Tokio.
Las también conocidas como las cataratas del “Niágara” japonés tienen una altura y un ancho de 7 y 30 metros, respectivamente.
El otoño es la mejor época de visitas por el precioso contraste entre los amarillos, ocres y rojos del follaje de los árboles, con el azul y la espuma blanca del agua.
Sobre las cataratas fue construido un puente colgante que sirve de mirador. El lugar está cerrado entre mediados de diciembre y abril.
A solo 4 km se encuentra el famoso complejo de aguas termales Oigami Onsen, dentro de los límites de la ciudad de Numata, en la prefectura de Gunma.
4. Museo de Piedra de Oya
Esta mina de piedra y museo en las afueras de la ciudad de Utsunomiya, capital de la prefectura de Tochigi, es uno de los lugares raros de Japón que vale la pena visitar.
Se trata de una cantera subterránea que fue una fuente de riqueza, pues la piedra era un habitual material de construcción antes de la masificación del hormigón.
Las rocas ígneas de Oya se conformaron a partir de lava y ceniza volcánica. Fueron utilizadas paras las construcciones japonesas desde el siglo XVII, siendo el Hotel Imperial de Tokio un prominente ejemplo de su uso.
En una caminata por la mina subterránea se admiran obras de arte y espacios iluminados con varios colores que crean un ambiente mágico y surrealista. Sus “salones” se han hecho populares para bodas, comerciales y videos musicales.
5. Cueva Ryusendo
Con una longitud comprobada de 3631 metros, aunque se cree que es mayor, y una profundidad de 249 metros, Ryusendo está entre las 3 cuevas de piedra caliza más grandes de Japón. Está en Iwaizumi, prefectura de Iwate en el norte del país.
La cueva tiene 8 lagos subterráneos de los cuales solo 3 son accesibles. El más hondo de estos alcanza 98 metros de profundidad. Uno de los lagos no abiertos al público tiene un abismo de 120 metros.
El sistema cavernario fue declarado monumento natural en 1934. Es hábitat de varias especies de quirópteros, incluida el murciélago mayor de herradura, el más grande en su tipo capaz de vivir más de 30 años, siendo también uno de los más longevos del orden. La cueva alberga una exposición sobre su geología.
6. Monte Shirouma
Aunque el Monte Shirouma no es tan famoso como el Fuji y solo ocupa el lugar N° 26 entre las cimas más altas de Japón, sus campos floridos en primavera y verano son uno de los espectáculos naturales más bonitos del archipiélago nipón.
Está en las montañas Hida de los Alpes japoneses del norte con una cima a 2932 m.s.n.m., en el Parque Nacional Chūbu-Sangaku, un espacio protegido de 1743 km2 decretado en 1934.
El parque alberga varios picos de más de 3000 m.s.n.m. (Kamikōchi, monte Hotaka y monte Tate) con gargantas, escarpes y barrancas ideales para practicar deportes al aire libre. Es el lugar más importante de Japón para el senderismo.
El monte Shirouma tiene nieve durante todo el año en la profunda garganta de Shirouma y en Shirouma Dai Sekkei, por lo que es uno de los lugares favoritos de los japoneses aficionados a la escalada.
7. Yaguras de Kamakura
Grupo de yaguras (tumbas) en cuevas artificiales cavadas en las laderas de las colinas, ante la escasez de terreno plano para sepultar a los muertos. Están en Kamakura, ciudad en la costa oriental de la parte central de Japón.
Aunque Kamakura ahora es una ciudad pequeña, entre los siglos XIII y XIV llegó a ser la más poblada del país y su capital de facto.
Las cuevas fueron excavadas durante la Edad Media para enterrar a samuráis, sacerdotes y otras personas de alto rango. Algunas tumbas decoradas sirvieron de inspiración para la construcción de cenotafios, dos de ellos dedicados a Minamoto no Sanetomo y a la mujer samurái Hōjō Masako en el cementerio de Jufuku-ji.
El apogeo de la construcción de cuevas como necrópolis se produjo entre finales del siglo XII y mediados del XIV, durante el shogunato o periodo Kamakura.
Las tumbas se pueden visitar entre sábado y lunes y son una parada obligada para los fanáticos de los samuráis.
8. Ferrocarril de Oigawa
Pintoresco ferrocarril de un recorrido de 65 km que bordea uno de las márgenes del río Oigawa, saliendo de la ciudad de Shimada (estación de Kanaya) con destino a Senzu, en la prefectura de Shizuoka.
El trayecto de las locomotoras ordinarias y a vapor incluye el tramo más inclinado de Japón y las vistas desde las ventanas de los vagones son espectaculares.
El tren presta servicios entre primavera y principios de diciembre con un solo viaje al día.
En verano circula una locomotora igual a la de la popular serie animada británica, Thomas y sus amigos (Thomas and Friends), que resulta muy atractiva para los niños.
El precio del billete de un trayecto para adulto en la locomotora ordinaria es de 1720 yenes (304 MXN), con un recargo de 800 yenes (141 MXN) en la locomotora a vapor. El viaje dura 80 minutos y discurre por un hermoso valle entre sembradíos de té.
9. Torre Nakagin
Esta torre de cápsulas intercambiables de uso residencial y comercial ocupa un lugar destacado entre los lugares raros de Japón. Fue construida en 1972 en diseño del arquitecto nipón, Kisho Kurokawa, siendo la primera torre con el concepto de cápsulas habitáculos, modo que asume que el edificio debe ser cambiante en el tiempo.
Este estilo recibió el nombre de Movimiento Metabolista. Kurokawa fue uno de sus fundadores.
La Torre Nakagin es una curiosidad en el paisaje arquitectónico de Ginza, distrito del barrio tokiota de Chuo. Está formada por 2 torres de cemento interconectadas con 140 módulos prefabricados (que son las cápsulas) cada uno con un espacio autónomo.
Las cápsulas están sostenidas por 4 tornillos que las mantienen unidas al núcleo principal y facilitan su cambio.
Los espacios son mínimos y el baño es similar al de un avión. Algunos opinan que la torre debe ser demolida por ser un concepto habitacional poco práctico, mientras que otros piensan que debe ser conservada por representar una idea válida para la cultura japonesa.
10. Akame 48
Son 48 cascadas a lo largo de un bello trayecto de varios kilómetros remontando la corriente del río en la provincia de Iga, isla de Honshu. Caídas de agua en un lugar de belleza salvaje y enigmática entre anfibios gigantescos, misteriosos senderos y los espíritus de los guerreros ninjas.
A las cascadas se llega al recorrer una ruta de senderismo. Con suerte quizás te encuentres con una salamandra gigante de Japón, que puede alcanzar metro y medio de longitud, siendo la segunda más grande del mundo.
Aunque se pueden visitar todo el año, las mejores estaciones para conocer las cascadas son primavera y verano.
Los ninjas se formaban espiritualmente en las montañas de Akame. Aún se conserva una escuela donde se estudia la historia y el legado de estos famosos combatientes. Allí aprenderás a moverte con el sigilo de un ninja con sus técnicas secretas para escapar sin dejar rastros.
11. Isla Aoshima
En esta isla de la prefectura de Ehime, cerca de la ciudad de Ozu, hay más de 30 gatos por cada ser humano, algo premeditado para combatir a las ratas cuando la isla era un asentamiento de pescadores.
Es una isla con pocos residentes, la mayoría ancianos. Los turistas que la visitan alimentan a los gatos, cuya población supera los 200 ejemplares. Se llega tomando un ferry que parte de la estación JR Iyo-Nagahama, de Port Nagahama, en un trayecto de media hora.
La esterilización de gatos es una medida para controlar la población gatuna con poca colaboración local. Es un lugar para los verdaderamente apasionados por esto animales, ya que Aoshima carece de servicios turísticos.
12. Shimoguri no Sato
Esta aldea incrustada en una montaña de Nagano es uno de los lugares raros de Japón a conocer, especialmente por el antiquísimo festival Shimotsuki-matsuri y por las casas alineadas en las pronunciadas pendientes.
La aldea forma parte de la ciudad de Lida, a 1000 metros sobre el nivel del mar en la parte central del archipiélago.
Shimoguri no Sato comunica al visitante una sensación de ingravidez en medio de los Alpes Japoneses del Sur y sus sendas serpenteantes y profundos valles son espectaculares.
El sol baña las pendientes del sur donde los aldeanos siembran papas, hortalizas y el trigo sarraceno utilizado para hacer los típicos fideos soba.
El Shimotsuki-matsuri es un milenario festival invernal celebrado en diciembre en 9 santuarios sintoístas de las montañas de Nagano.
Los lugareños danzan alrededor de calderos hirvientes invitando a dioses y a espíritus a darse un cálido baño. El festival inspiró la famosa película de animación japonesa, El viaje de Chihiro.
13. Puente Tsujunkyo
Este puente de acueducto es de 84 metros de longitud con un arco de piedra de 27.3 metros de ancho, el más amplio de Japón en su tipo.
Fue construido (Yamato, prefectura de Kumamoto) en la aldea de Yabe por el líder de la comunidad, técnicos canteros y agricultores, en 1854.
Muchos consideran que este humilde puente de piedra hecho por aldeanos del siglo XIX, declarado Propiedad Cultural Importante por la Agencia de Asuntos Culturales de Japón, es el más bonito del país.
El propósito del acueducto fue llevar agua del río Sasahara a la meseta de Shiraito utilizando el principio del sifón. El agua riega unas 100 hectáreas dedicadas al cultivo de arroz.
14. Castillo de Takeda
Las ruinas de esta fortaleza del siglo XV en la cima de una montaña parecieran flotar entre las nubes durante las madrugadas otoñales. En primavera, los cerezos en flor dan un precioso marco rosa y blanco al castillo, mientras que en otoño los diferentes tonos del follaje son dignos de una postal.
El castillo de Takeda está en una cima de la ciudad de Asago, en el corazón de la prefectura de Hyogo. Fue construido por el clan Otagaki en 1443 y su posición para la época era estratégica, ya que dominaba los valles circundantes y se encontraba en los límites de las antiguas provincias de Tanba, Tajima y Harima.
El señor del castillo era Akamatsu Hirohide en 1585, que construyó las defensas exteriores para proteger la plata y el cobre extraído de las minas de Ikuno, situadas a 20 km de la fortaleza.
Tras la muerte de Hirohide el fuerte cayó en el abandono, siendo recuperado hace unas pocas décadas como atracción turística.
15. Koyasan
El Koyasan o Monte Koya, al sur de Osaka en las montañas Wakayama, es el principal centro budista en Japón de la escuela shingon. Está junto al pueblo de Koya rodeado por 8 picos.
El primer asentamiento fue fundado en el siglo IX por el monje y Gran Maestro Kukai, iniciador de la secta, como cuartel general de la corriente budista.
Con el paso del tiempo se construirían los 120 templos y otros lugares sagrados que se encuentran en el valle, incluyendo el Okunoin, el cementerio más grande del país. La necrópolis contiene unas 200 mil tumbas, entre estas el mausoleo de Kukai.
El templo más importante es el Kongōbu-ji, que significa: Templo de la Montaña del Diamante, declarado Patrimonio de la Humanidad en 2004 junto con otros sitios sagrados de las rutas de peregrinación de los Montes Kii. Tiene un jardín de rocas que es el más grande de Japón construido en 1984, para conmemorar el 1150° aniversario del ascenso a la meditación eterna del Gran Maestro.
16. Isla Hashima
Esta pequeña isla deshabitada de 480 metros de largo y 150 metros de ancho pertenece a la prefectura de Nagasaki. Es también conocida como Gunkanjima (Isla del Acorazado) por la forma de buque de guerra blindado que adquirió al ser amurallada cuando se encontraba en explotación su rica mina de carbón.
La mina, a 20 km del puerto de Nagasaki, operó durante 87 años entre 1887 y 1974 y la muralla fue edificada para proteger la isla del intenso oleaje y de los tifones que la azotan.
La mina manejada por la empresa Mitsubishi llegó a producir hasta 410 mil toneladas al año en túneles verticales que llegaban al lecho marino y la isla pasó de estar deshabitada a tener una población de unas 3 mil personas.
La mina marcó varios hitos en Japón albergando el primer edificio de hormigón (año 1916) y la edificación más alta del archipiélago japonés, un edificio de apartamentos erigido en 1917.
Tras su cierre y abandono, las instalaciones adquirieron un aspecto fantasmal que atrae a los turistas. Fue escenario de la serie de tv La Tierra sin humanos.
Lugares raros de Japón: Isla de los Conejos
Okunoshima es una pequeña isla japonesa en el mar interior de Seto, en la prefectura de Hiroshima, en el sur-occidente del archipiélago. Lo extraño no es que se llame Isla de los Conejos por su cantidad de roedores, sino por el motivo por el que los animales llegaron allí.
En Okunoshima se fabricó el gas venenoso utilizado por el Ejército Imperial japonés en China durante la Segunda Guerra Mundial y fueron los conejos los animales empleados para las pruebas. Luego se reprodujeron de manera silvestre y hoy constituyen una atracción turística.
Los mansos roedores comen de la mano de los visitantes y su caza está prohibida, así como la introducción de otros animales que puedan hostigarlos (perros, gatos).
La isla cuenta con hotel, un pequeño campo de golf, zona de camping y el Museo del Gas Venenoso, que explica la forma atroz de matar de esta arma química.
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